Una actividad sexual placentera, favorece el buen desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo por la cantidad de hormonas que se generan. Por ejemplo, un buen orgasmo mejora la circulación sanguínea, tonifica los músculos, fortalece los huesos, mejora la calidad de la piel, regula el sueño, alivia el estrés, fortalece el sistema inmune, entre otras cosas maravillosas.
Lo que sí quiero ir aclarando es que cuando se use el término “pareja” estaremos incluyendo a la del propio sexo o del contrario. O sea, estaremos contemplando tanto a parejas heterosexuales como homosexuales.
Es importante que se entienda también que el tema del “deseo sexual”, está muy ligado a nuestras tradiciones, hábitos, cultura y creencias religiosas. Cada persona se caracteriza por determinado grado de deseo sexual, tanto en cuanto a frecuencia se refiere como en cuanto intensidad.
Pero sería importante aquí hablar de las FEROMONAS; las mismas que solo pueden detectarse por el órgano vomeronasal, las cuales son sustancias que no pueden “oler” pero, son detectables.
El hipotálamo y el deseo sexual
Otro punto importante cuando hablamos del deseo sexual es mencionar al hipotálamo. En algún lugar leí que es mucho más descriptivo y correcto decir: “te amo con todo mi hipotálamo”, que decir “te amo con todo mi corazón”.
Y ello es una verdad innegable, aunque suene poco romántico. El hipotálamo es la región del cerebro que juega las funciones más importantes en lo que a procesos de atracción se refiere.
Sobre todo porque allí se induce la generación de tres sustancias químicas de suma importancia en la vida sexual de toda persona: la adrenalina, la oxitocina y la testosterona.
Estas tres hormonas son totalmente diferentes entre sí desde el punto de vista de la composición química e igualmente realizan funciones diferentes en nuestro organismo.
Entonces, queda claro, amig@s, que el deseo sexual es el impulso que lleva a una persona a buscar que se produzca una unión sexual y donde intervienen procesos químicos. Entonces ¿Qué ocurre cuando “se nos va” el deseo?
Bajo interés sexual
El deseo sexual inhibido se refiere al bajo nivel de interés sexual, en el cual una persona no responderá al deseo de actividad sexual con la pareja.
Dicha afección puede ser primaria (en la cual la persona nunca ha sentido mucho interés o deseo sexual) o secundaria (en la cual la persona solía sentir deseo sexual, pero ya no lo tiene).
El deseo sexual inhibido puede relacionarse con la pareja (la persona que lo padece se interesa en otras personas, pero no en su pareja) o puede ser general (la persona afectada no se interesa sexualmente en nadie).
En la forma extrema de aversión sexual, la persona no solo carece de deseo, sino que también puede encontrar el sexo repugnante. Algunas veces, el deseo sexual no está inhibido, sino que la pareja tiene niveles de interés sexual diferentes.
Factores psicológicos
A nivel psicológico diríamos que los factores comunes que reducen o inhiben el deseo sexual se encuentran muy ligados a: inequidad afectiva, problemas de comunicación, falta de afecto, conflictos de poder y la falta de tiempo para que la pareja pueda estar a solas.
Por otra parte, el deseo sexual inhibido también puede ocurrir en personas que han tenido una educación sexual muy estricta durante su infancia, actitudes negativas hacia el sexo o experiencias sexuales traumáticas (como violación, incesto o abuso sexual).
Las enfermedades y algunos medicamentos también pueden contribuir a que se presente esta disfunción, en particular cuando producen fatiga, dolor o sensación general de malestar.
La falta de ciertas hormonas a veces puede estar implicada (recordemos la importancia del hipotálamo). Las dificultades psicológicas, como la depresión y el estrés excesivo, pueden disminuir el interés sexual. Los cambios hormonales también pueden afectar la libido.
Los factores que comúnmente se pasan por alto son, entre otros: insomnio o falta de sueño que pueden ocasionar fatiga. Este trastorno también puede asociarse con otros problemas sexuales y, algunas veces, puede llegar a causarse por estos.
Por ejemplo, la mujer que no es capaz de tener un orgasmo o que presenta dolor en las relaciones sexuales o el hombre que tiene problemas de erección (impotencia) o eyaculación retrasada, puede perder interés en el sexo porque lo asocian con fracaso o no lo sienten bien.
Soluciones
Algunas parejas necesitarán terapia de pareja antes de centrarse en el incremento de la actividad sexual. Asimismo, algunas parejas necesitarán que se les enseñe a resolver conflictos y diferencias en aquellas áreas no relacionadas con el sexo.
En una relación de pareja el bajo deseo sexual puede hacer que uno de los miembros de la pareja se sienta herid@ y rechazad@ de manera repetitiva, lo cual puede llevar a sentimientos de resentimiento y a hacer que la pareja se sienta emocionalmente distante.
Cuando uno de los miembros de la pareja está menos interesad@ en el sexo que el otro y esto se ha convertido en una fuente de conflicto, se recomienda buscar ayuda profesional antes de que la relación se deteriore.
Las parejas también deben separar el sexo del afecto, de tal manera que no sientan temor de que el afecto sea siempre visto como una invitación a tener un contacto sexual.
Aprenda a disfrutarse y así disfrutará mucho más de su pareja…
Hasta la próxima.