La directora de la marca y escuela de tejido ‘Pecosa’, Katia Horbatiuk, reside en Perú desde hace diez años, el mismo tiempo que lleva promoviendo el tejido en nuestro país. La emprendedora ucraniana dejó todo para hacer lo que más ama: tejer.
Hoy, llena de orgullo y pese a las adversidades que trajo la pandemia por el Covid-19, presenta su primera agenda personalizada 2021 llamada ‘Tejer está de moda’”, un producto diseñado para todo aquel que tenga interés por el tejido. Para sus queridas crocheteras, Katia ha trabajado en este proyecto que no sólo la ha ayudado a crecer como empresaria sino a compartir su arte con los demás.
En Magacín 247 entrevistamos a esta emprendedora quien nos contó todo sobre ‘Pecosa‘, su escuela de tejido en Perú, además de su pasión por este arte.
¿Qué te impulso a venir a Perú?
Yo viajo desde niña y en ese tiempo siempre compraba hilos que venían de Perú, de alpaca, de algodón. Me llamaban muchísimo la atención así que decidí viajar y buscar el origen de estos materiales y cuando vine a Perú descubrí muchísimas cosas más y decidí promover el tejido aquí. Estudié Ingeniería de Software, pero nunca pude dejar de tejer porque como lo hago desde muy niña, el tejido ha predominado, sobre todo.
¿Cómo aprendiste a tejer?
Me enseñó mi tía cuando yo tenía ocho años, la vi tejer y me pareció muy bonito y le pedí que me enseñara. Obviamente mis manos todavía eran pequeñas, no era fácil, pero me esforzaba, me salían ampollas en los dedos y me dolía, pero igual seguía porque me gustaba mucho. Así es como nunca pude dejar de tejer.
¿Cuál ha sido tu motivación para comenzar con este emprendimiento?
‘Pecosa‘ nace en Perú, al inicio como una marca de venta de muñecos porque era algo súper novedoso que aquí no había, pero poco a poco me di cuenta de que muy pocas personas tejen. Cuando decía “Yo tejo”, me respondían: “¡Ah! Mi abuelita también tejía” o “Mi tía que vive en provincia teje”. Entonces, lo que yo quería era que el tejido estuviese de moda, que más chicas de la ciudad pudieran tejer también. Así es como nace la escuela de ‘Pecosa’ y actualmente tenemos más de 17 mil alumnas. Las clases se comenzaron a dar porque mucha gente me lo pedía y pensé “si quiero que el tejido este de moda, debo enseñarlo” y comenzamos a enseñar.
¿Cómo ha sido la recepción del mercado peruano?
Los muñecos forman un puente entre el tejido antiguo y el tejido moderno, es algo novedoso. Entonces la gente lo recibía muy bien. Siempre tuvimos muchísima acogida y ahora a raíz de ‘Pecosa’ que fue la primera marca de tejidos en el Perú, hay muchísimas otras marcas. Mis alumnas han creado sus emprendimientos, también venden sus muñecos, así que la cosa va creciendo.
¿Qué es lo que más destaca de tu marca?
La idea es que más mujeres puedan emprender con el tejido. Básicamente, muchas de mis alumnas no tenían fuentes de ingreso, eran amas de casa y ahora están emprendiendo, tienen sus negocios, están más empoderadas y se pueden independizar. Este año hemos sacado una agenda que va por el lado de la crochetera empresaria porque incluso escribí un artículo donde les enseño cuánto cobrar por sus muñecos y cómo valorar su tiempo.
¿Qué dificultades encontraste en el camino de forjar tu emprendimiento?
Lo difícil siempre es explicarles a las personas que el tejido también puede ser moderno. Esto fue solucionado a través de los muñecos. Si digo “yo tejo” ves cómo la persona se desanima, pero le muestras el muñeco y ves cómo le brillan los ojos. Te dicen: “¡Ay que bonito! No pensé que se podía hacer así”.
A raíz de la pandemia, ¿Cómo se vio afectado ‘Pecosa’?
Al inicio fue raro porque nuestras clases eran presenciales y obviamente se han tenido que suspender y hasta ahora no se reinician. Pero tuvimos una reacción bastante rápida porque dos días después de que se anunció la cuarentena, lanzamos un taller virtual gratuito para apoyar a nuestras alumnas y otras personas que no tejían, que comenzaban desde cero. Así podían aprender a tejer gratis para entretenerse durante el encierro que nos afectó tanto a todos al inicio.
Comenzó así y ahora ya tenemos la modalidad de talleres virtuales donde se le dan todos los materiales a la persona, se les llevan a su casa en una cajita, damos asesorías por WhatsApp sin tiempo límite y una clase por semana en Zoom donde pueden hacer todas sus preguntas.
¿Cómo ha sido el proceso de adaptación de tu negocio durante la pandemia?
Para todos es algo novedoso, estamos recién acostumbrándonos al ritmo y todo. Considero que nos va muy bien. Tenemos muchas alumnas en esta modalidad también. Ellas están avanzando y mejorando en sus proyectos. La mayoría tiene acceso a internet, pero si alguien no puede estar en clase porque se le dificulta siempre se le mandan videos grabados de apoyo. Así la persona puede verlo remotamente.
Yo extraño muchísimo mis talleres porque muy aparte de ser una clase, era una comunidad. Había muchas alumnas mayores que iban a mis talleres como su club de fin de semana, entonces ya se conocían. Yo conocía sus historias, sus nietos e hijos, era una comunidad muy bonita y ahora se pierde un poco ese contacto.
¿Cómo surgió la idea de hacer una agenda orientada al tejido?
La agenda nace como un proyecto personal porque es algo que yo siempre había querido hacer, entonces fue para mí y para todas las hermanas crocheteras. Puse muchos tips de tejido, muchos detallitos sobre cómo mejorar tu técnica, puse todo mi conocimiento ahí. Tiene cuatro instrucciones paso a paso para cuatro proyectos nuevos que no están en nuestros talleres, sólo en la agenda. Así que está súper bonita.
¿Qué es lo que más disfrutas de enseñar a otros el arte del tejido?
Es la emoción de aquella persona que llega al taller y te dice: “No, yo no sirvo para esto”, “Creo que no me va a salir”, “No tengo paciencia”, y pasan un par de horas y ves a esa misma persona emocionada por cómo está convirtiendo el hilo en algo tan bonito. Ver esa emoción es algo único, ver cómo las personas empiezan a confiar en sí mismas.
Para ti, ¿Qué beneficios brinda esta disciplina?
En primer lugar, funciona como una forma de meditación porque desconectas tus pensamientos de las cosas cotidianas. ¡Tejer es el nuevo yoga! También tiene beneficios más tangibles porque desarrolla la motricidad fina y forma nuevas conexiones neuronales. Previene enfermedades como el Alzheimer y también es muy útil en la rehabilitación de pacientes que necesitan mover las manos.
¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
Tenemos muchísimos planes, queremos expandirnos, llegar a otros países. Para este año, en primer plano está el proyecto de sacar licencias para nuestra marca. Aún no las puedo mencionar, pero es un proyecto muy grande.