La pandemia de la COVID-19 ha causado un gran impacto, tanto en la salud física como en la psicológica. El estrés, la incertidumbre y el miedo, son algunas de las sensaciones más comunes que se pueden experimentar, afectando especialmente la salud mental de niños y adolescentes.
Los niños pueden no saber cómo comunicar sus sentimientos; pero sí habrá signos de alarma que indicarán que algo grave está pasando. Mientras tanto, los adolescentes tienden a esconder sus emociones, pues sienten vergüenza y creen que representarán una carga, lo que ocasionará que se aíslen más.
Los signos de estrés varían dependiendo la edad del niño, aunque sí pueden llegar a coincidir en algunos aspectos.
Bebés, infantes (1-3 años) y menores
- Dificultad en conciliar el sueño y despertarse de forma repentina.
- Irritabilidad, inquietudes y lloros con mayor frecuencia. Dificultad para consolarlos.
- Ansiedad al separarse. Se muestra distante al explorar.
- Inconvenientes alimenticios como la succión frentica (biberón y pecho), lo que desencadena en estreñimiento o heces blandas.
- Ensucia la cama, aún sabiendo ir al baño.
- Excesiva cantidad de berrinches, fuera de lo normal.
- Inserta la agresión, violencia e, incluso, muerte en los juegos que desarrolla.
Niños mayores (10-13 años) y adolescentes
- Estado de ánimo irreconocible, con sensaciones de cólera e ira, además de problemas continuos con familiares o amigos.
- Despiste de interés en las actividades cotidianas que realizaba.
- Un giro total en su conducta. Alejarse de sus amigos y aislarse de forma continua.
- Cambio en la alimentación, desde no tener hambre hasta comer en exceso.
- Disminución en el interés por el colegio, obteniendo un bajo rendimiento académico.
- Un incremento de conductas peligrosas. Acercamiento al alcohol o a las drogas.
- Imagina escenarios relacionados con la muerte, el suicidio y la misantropía.
¿De que forma debes actuar si tu hijo pasa por esta situación?
Si bien los padres son un soporte fundamental, lo recomendable es contactar con un pediatra de forma inmediata. Aquel profesional será el encargado de realizar una prueba sobre la salud mental y social del niño o adolescente. Dicha evaluación evidenciará los niveles de depresión, ansiedad y estrés.
En cuanto a los adolescentes, es fundamental el diálogo, la confianza y la privacidad que pueden establecer con el médico y la familia. De esa forma, el joven podrá expresar libremente sus pensamientos y el pediatra podrá transmitirle la resiliencia necesaria.
Algunos niños y adolescentes pueden tardar más tiempo en desenvolverse, otros pueden querer expresarse a través de dibujos, aunque también hay infantes que pueden sentirse más cómodos con conversaciones directas. Por último, un adulto de confianza será fundamental para seguir desarrollando sus conexiones sociales.