Estoy seguro de que octubre es el mes más festivo que vive el Perú y eso se lo debemos a los devotos del Señor de los Milagros. Es una lástima que este año por la pandemia nadie pueda verlo, ni mirarlo de lejos para conectarse con él.
Creo que esa sensación ha dado en muchos, este año, la necesidad de festejar el mes morado de alguna manera. Quizá eso explique por qué quienes nos dedicamos a la gastronomía, hemos tenido una gran demanda de turrones.
Año a año hemos ido ligando el turrón con el Señor de los Milagros, vistiendo al turrón de tonos morados, afinándolo. El primer año tuvo una cintilla muy delgada color lila, el segundo una cintilla morada con una soguilla y el tercero hicimos un empaque con una caja increíble que fue la más bonita y fue porque nos unimos a Meche Correa.
El trabajo del turrón de doña pepa es durísimo. No me equivoco cuando digo que es el dulce más elaborado que pueda haber. Hay mucho proceso de cuidado en cada uno de sus pasos para lograr un turrón estéticamente bello.
En el 2019, Meche Correa diseñó la caja de nuestro turrón, ella es ferviente religiosa y devota del Señor de los Milagros. Fue un boom porque la gente lo consideró y ese esfuerzo en conjunto valió la pena. Agradezco mucho a esta gran diseñadora porque su trabajo fue la cereza en el pastel.
Este 2020 nosotros hemos sacado todas las grajeas de colores que han sido reemplazadas por grajeas blancas y moradas. Nuestro turrón de Doña pepa sigue siendo el mismo, pero este tiene una presentación especial, más bonita y muy bien pulida.
Y es curioso porque al inicio estábamos desanimados, no queríamos hacer nada especial. Sin embargo, al final, llegado el momento de empezar la producción, fuimos añadiéndole un milagrito, un cordón blanco para que parezca un hábito y otros detalles que han llevado a nuestros clientes vivir su propia fiesta del Señor de los Milagros.
Quisimos hacer una versión más económica y al final salió la más costosa, porque fuimos poniéndole cositas y lo más caro fue la mano de obra porque interviene bastante gente en la elaboración del empaque y del mismo turrón.
Por otro lado, el reto también para nosotros es brindar precios similares a otros, pero darle un nivel arriba en cuanto a la presentación porque el Perú y sus postres y su pastelería son geniales.
Esto nos ha llevado a pensar en lo que presentaremos el próximo año y hemos decidido que será algo grande, pero en el sentido de hacer cosas lindas para que queden marcadas en la memoria de la gente por muchos años. Pero además porque el 2021 es el bicentenario del país y queremos algo realmente diferente.
En noviembre empezaremos el trabajo para lo que será nuestro turrón de Doña Pepa 2021. Será un trabajo duro porque queremos involucrar a mucha gente, mucha mano de obra.
Sin duda, octubre es un excelente mes para vivir una fiesta interna, peruana, que nos ayuda a identificarnos más con nuestro país, con nuestra fe. Ojalá sigamos teniendo la costumbre de recuperar tradiciones tan lindas, de nuestras fiestas.