El actor Alejandro Guzmán encarna a Louis, el protagonista de «Apenas el fin del mundo», una obra del dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce que llegó a Perú bajo la dirección de Rodrigo Torres. Esta pieza explora el silencio que afecta las relaciones familiares, revelando la complejidad de la comunicación y el deseo humano de ser aceptado. A través de la experiencia de Louis, se abordan emociones profundas y la lucha interna que surge en el contexto del reencuentro.
Magacín 24.7 habló con Alejandro Guzmán, quien nos ofrece su visión sobre el personaje que interpreta, los desafíos que ha enfrentado y el mensaje que espera que el público reflexione al finalizar la función. La obra se encuentra en su última semana de presentaciones, que culminarán el 29 de septiembre en el Nuevo Teatro Julieta. Las entradas están disponibles a través de Joinnus y en la boletería del teatro.
Coméntanos un poco sobre tu personaje en la obra ‘Apenas en el Fin del Mundo’…
Mi personaje, que se llama Louis, es un hermano mayor que se ha ido de la casa y de la ciudad donde vive con su familia y donde creció. Durante más de diez años ha estado ausente y durante ese tiempo ha mantenido bastante distancia con su familia. Entonces ha llegado un momento de su vida en el que necesita ir a reconectar con ellos y pues va a tener que enfrentar toda esa ausencia de todos esos años.
¿Cuál fue el mayor desafío para interpretar a un personaje con una carga emocional tan grande?
Bueno, hubo varios desafíos. Uno de ellos fue la importancia de escuchar, ya que nunca había participado en una obra en la que tuviera que escuchar tanto ni en la que hablara tanto; creo que nunca había tenido tanto texto. Sin embargo, lo más interesante fue el reto de escuchar a los otros personajes durante grandes monólogos. Otro reto importante fue el de acercarme a un personaje con toda esa carga tan intensa, pero con el que yo personalmente tengo muchos puntos en común. Entonces hacer ese trabajo de distancia, pero a la vez aprovechar mis propias experiencias y pensamientos ha sido un trabajo interesante, profundo y un reto también.
¿Cuáles serían los puntos en común en los que te sientes semejante al personaje?
Sobre todo que el personaje, como te digo, vuelve a su casa y a su pueblo después de mucho tiempo. Y yo también volví a Lima después de algunos años de vivir afuera, durante los que tuve alguna distancia con mi familia también. Entonces ese regreso del personaje para mí ha sido muy personal, ha habido un vínculo muy personal ahí con las diferencias dramáticas evidentes de la obra. También está la edad, pues yo tengo exactamente la misma edad del personaje y esa es una característica que no podía pasar por alto.
Y si tú tuvieras a Louis al frente tuyo, ¿qué consejo tú le darías?
Que no tenga miedo a explotar y que diga lo que tiene que decir, sabiendo lo difícil que es para él hacerlo.
La obra aborda temas muy delicados, ¿Cómo ha sido transmitir esa carga emocional tan intensa en el escenario?
Construyendo el camino para llegar a ella. En mi forma de ver la actuación, en mi experiencia, en mi formación, en mi técnica, siento que lo emocional no es un arranque, sino un resultado. Entonces el reto está en encontrar el camino para llegar a ese resultado y para mí esa es una de las tareas principales al construir un personaje en un drama como este.
Y sobre la relación con tus compañeros de la obra…
Mis compañeros han sido maravillosos. No había trabajado con ninguno de ellos antes, pero son muy talentosos y me he sentido seguro en el escenario con ellos desde los primeros ensayos donde todo empieza recién a dibujarse. Su entrega, capacidad de análisis y observación sobre lo que está pasando en una obra donde hay mucho subtexto y muchas cosas que no se dicen, ha sido impresionante. Me he sentido respaldado, protegido y cobijado por mis compañeros y eso siempre es un punto a favor importantísimo.
Respecto a la dirección de la obra, ¿qué aspectos destacarías del estilo de dirección de Rodrigo Torres?
Destacaría de su propuesta de dirección, sobre todo en la primera etapa de ensayos, plantear preguntas antes que decisiones e instrucciones. El presentar interrogantes en la primera etapa de ensayos para que nosotros empecemos a explorar a partir de eso.
Y para todo el público que viene a ver la obra, ¿qué mensajes esperas que se lleven?
Voy a ser un poco optimista porque creo que la obra nos confronta con nuestra condición humana y con nuestras relaciones familiares, ya sea de apego o desapego con nuestra familia, con nuestro lugar de origen, además de los prejuicios que puede haber en ellos. Esa confrontación para mí es importante ya que creo que el teatro tiene un gran valor en su capacidad de hacernos cuestionar. Esta obra transmite un mensaje muy potente y duro en cuanto a las relaciones familiares, invitando al público a cuestionarse sus propias relaciones familiares.
De tu interpretación en esta obra, ¿cuál es el aprendizaje que te llevas tú como actor?
Lo que más valoro como aprendizaje es esa capacidad de entregarte a los compañeros de elenco y a confiar en ellos y a sacar una obra adelante, sostenida en esa confianza. Eso me parece muy valioso.
Sobre ti, sabemos que comenzaste como comunicador antes de lanzarte al teatro…
Aunque yo no siento que he dejado de ser comunicador. Siento que ahora comunico en más formatos. Porque yo sí entiendo a las artes escénicas, como un ejercicio de comunicación también, no solamente como una creación artística.
Entonces, ¿qué consejo le darías a las personas que se quieren entrar a ese mundo de la actuación?
Quizá el consejo más interesante que puedo dar, basado en mi experiencia, es para las personas que no eligieron la actuación como carrera universitaria o no decidieron seguir ese camino desde la primera juventud, sino que sienten que podrían encontrarse con él más tarde, después de haber tenido otras experiencias profesionales y formaciones. Mi consejo es que atiendan eso que sientan que necesitan atender. Si tienen las ganas, el gusto, el interés o la intuición de que el teatro puede ser un espacio, no necesariamente profesional, pero sí un lugar donde conocerse a sí mismos, practicar otras disciplinas y cuestionar el mundo desde una perspectiva distinta, no dejen de intentarlo. El teatro ofrece grandes herramientas para la vida en general, y además, es un espacio donde se puede disfrutar mucho.