¿Tirar o regalar?: ¿Qué hacer con los artículos de maquillaje que tienes y ya no utilizas?

Muchas de nosotras solemos comprar nuestro iluminador, lápiz de ojos o el rímel antes de que se acabe por completo y con el tiempo se va acumulando en nuestros cajones, ocasionando que nuestro maquillaje se repita o que conservemos aquellos que ya no nos sirven.

Asimismo, a veces cometemos el error de comprar paletas de sombras o pintalabios con tonalidades muy parecidas y terminamos usando solo uno. Por ello, aquí te dejamos varios motivos por los que deshacerte de tus artículos de maquillaje no será tan complicado.

1. Máscara de pestañas que se secaron

Una vez que las abres, es fácil que se sequen. Por lo que te recomendamos que si tienes varias, solo utilices una a la vez y deseches las que estén en peor estado.

2. Paleta de sombras repetidas

Si te gusta que te regalen maquillaje, tal vez ya tengas 2 o 3 paletas repetidas, no necesariamente de la misma marca pero sí con colores muy similares. Por ello, te aconsejamos que no las guardes con el típico «para después» y regales las que menos utilizas y las que en tonalidades sean iguales.

3. Lápiz de ojos de tonos que no te van

Muchas veces pasa que queremos probar en nuestra mirada todos lo colores para saber cuáles nos quedan mejor. Sin embargo, aquellos que compramos y no nos gusta, solemos guardarlos, así que regala los lápices que no usas y tira los que ya estén demasiado gastados.

4. Bases que no vayan con tu tono de piel

Siempre que compres una base de maquillaje asegúrate que vaya bien con tu tono de piel, de lo contrario la tendrás guardada en el cajón hasta que caduque. Asesórate bien y trata de probarla antes.

5. Pintalabios muy antiguos

Lo ideal es tener los necesarios para combinar con todo tipo de ropa y los que te gustan. Uno clásico, otro mate y uno tipo gloss no pueden faltar en tu colección. Y si eres de las que no se pinta mucho los labios, tener más de 10 sería un desperdicio.

6. Iluminador que no ilumina

Si tienes un iluminador o cualquier otro producto que haya perdido su función inicial, no tiene sentido que lo conserves. Por ejemplo: si tu iluminador ya no le da luz a zonas localizadas en el rostro, es mejor que lo tires.