Welcome to the Club: más que una tienda, una comunidad de emprendimientos con propósito

Magacín 24.7 conversó con Brenda Rodríguez, fundadora de Welcome to the Club, quien compartió los retos superados y su visión de una comunidad que impulsa marcas desde la colaboración.

Brenda Rodríguez, la emprendedora que creó una comunidad para crecer juntas. (Foto: Composición 24.7)

Welcome to the Club ha evolucionado de una tienda con marcas emergentes a una plataforma colaborativa que apuesta por el crecimiento conjunto. Su propuesta va más allá de la venta de productos: busca construir comunidad, profesionalizar emprendimientos y ofrecer un acompañamiento estratégico real. Aunque hoy reúne principalmente marcas del rubro moda, su visión es expandirse hacia otras categorías como belleza, wellness y productos para bebés.

Magacín 24.7 conversó con su fundadora para conocer cómo nació esta iniciativa, qué desafíos ha enfrentado para sostenerla y hacia dónde se dirige un modelo que busca transformar la manera de emprender en el Perú.

¿Quién era Brenda Rodríguez antes y después de Welcome to the Club?

Antes de Welcome to the Club, era chef. Estudié gastronomía en Lima y en el extranjero. Trabajé en restaurantes japoneses y, con solo 21 años, abrí mi restaurante saludable: El Toque Fit. Empezó como una cafetería fit, pero luego se convirtió en un restaurante con menú ejecutivo, donde atendíamos hasta 100 personas diarias. Cuando llegó la pandemia y los restaurantes cerraron, tuve que reinventarme. Transformé el local en un minimarket llamado Pokkata. Por consejo de mi madre, empecé a estudiar marketing. Tras su fallecimiento, sentí que era momento de un nuevo comienzo. Con mil soles, lancé un negocio de ropa desde redes sociales. Cometí errores, pero encontré pasión en ese nuevo rubro. Así nació Welcome to the Club.

¿Qué fue lo más desafiante de cambiar de rubro y empezar desde cero?

Todo era nuevo. Tenía buen gusto, pero no conocía nada del negocio textil: telas, producción, proveedores. Me encontré con trabas como los mínimos de producción, que en Perú suelen ser altos. Yo quería pocas unidades al inicio, pero no siempre encontraba esa posibilidad. Además, fue un proceso emocional: cerrar un restaurante que llevaba tres años y aceptar que estaba en otro rubro. Pero también fue un acto de fe. Escuché el consejo de mi mamá y me lancé a lo desconocido.

¿Cómo se transformó Welcome to the Club en una tienda colaborativa y qué caracteriza a las marcas que forman parte de ella?

En un inicio, Welcome to the Club era solo mi tienda de ropa importada en Caminos del Inca. A los tres meses, varias marcas comenzaron a preguntarme si alquilaba espacios, y eso me abrió los ojos. Ya había alquilado en concept stores y sentí falta de apoyo. Por eso decidí crear algo distinto: un espacio donde las marcas no solo vendieran, sino también crecieran con nosotras. Las marcas que se integran comparten una visión clara: quieren crecer, formalizarse y mejorar constantemente. No se estancan, siempre buscan innovar y están comprometidas con su evolución. Aquí no hay competencia, sino crecimiento conjunto.

Se nota que Welcome to the Club es más que solo una tienda. ¿Qué hay detrás de este proyecto, qué te mueve realmente?

Busco crecer con las marcas. Nuestro lema es “crecer juntos” porque eso resume nuestro propósito. Queremos que cada marca tenga una estrategia, una meta, un motivo más allá de la venta diaria. No fomentamos la competencia entre ellas; fomentamos el trabajo en conjunto. Yo acompaño de cerca a cada una, hago conexiones con influencers, organizo campañas mensuales, y creo una comunidad real. Lo más valioso no es la transacción, es la transformación.

¿Cómo surgió el nombre Welcome to the Club?

Lo elegí por su versatilidad. Está en inglés para que sea universal y no limitado a un solo rubro. Hoy vendemos moda, pero mañana puede ser belleza, productos para bebés o wellness. El nombre permite crecer sin límites. Además, refleja pertenencia. Alguien no solo entra a una tienda, entra a un club, a una comunidad con visión y propósito compartido.

¿Qué tipo de marcas aceptan en el Club y qué compromiso esperan de ellas?

Aceptamos marcas con pasión por su proyecto, que se tomen en serio su trabajo y estén listas para integrarse a una comunidad colaborativa. No pedimos grandes volúmenes de producción, pero sí consistencia, formalidad y compromiso. Buscamos marcas con identidad definida, que sepan qué venden y por qué. Valoramos que participen en campañas, redes y eventos. No se trata solo de alquilar un espacio, sino de formar parte de un ecosistema con visión a largo plazo.

¿Cómo se vive en la práctica ese lema de “crecer juntos”?

Ese lema lo vivimos cada día. Tengo contacto directo con todas las marcas que forman parte del Club y eso es parte esencial de nuestra dinámica. Manejamos un grupo exclusivo donde yo misma comparto todo el material publicitario, campañas y acciones en curso. Además, conecto a las marcas con influencers, gestiono entrevistas y organizamos eventos mensuales. Me involucro personalmente para que cada marca pueda replicar contenido en sus redes y potenciar su visibilidad. La idea es que todas crezcamos de forma colaborativa, como una verdadera cadena de apoyo mutuo.

Una figura clave en tu historia es Fiorella Rodríguez. ¿Cómo se dio esa conexión entre ustedes?

Fiorella fue la primera persona del mundo artístico que confió en mí. Le había enviado productos de mi minimarket en el pasado, pero cuando abrí mi tienda, decidí escribirle nuevamente para proponerle trabajar juntas. Me respondió al toque y me dijo: “seamos socias”. En cinco minutos nos hicimos amigas. Ella también tenía productos de skincare y decidimos unir fuerzas. Desde entonces, seguimos colaborando. Lo que más admiro de Fiorella es su autenticidad: es igual de genuina en persona que en televisión. Tiene un espíritu emprendedor muy fuerte, le gusta vender, se lanza sin miedo. Es de las personas que suman sin pedir nada a cambio. Su confianza fue un empujón gigante para mí en un momento clave.

Hoy trabajas con muchas marcas. ¿Qué crees que tienen en común todas las que forman parte de esta comunidad?

Todas comparten el deseo de crecer. No se conforman. Buscan mejorar, aprender, innovar. Tienen propósito y profesionalismo. Aunque sus estilos y públicos son distintos, coinciden en algo: quieren hacer las cosas bien y ser parte de una comunidad donde el trabajo en equipo es clave.

¿Qué condiciones o actitudes buscas en una marca para que pueda sumarse al Club?

No buscamos marcas grandes, sino comprometidas. Que respeten los valores de convivencia, que participen en eventos, que cuiden su imagen y que tengan identidad clara. No es solo comprar y revender: buscamos propósito, visión y constancia. Queremos marcas dispuestas a crecer con nosotras.

¿Podrías compartirnos algunas marcas que han estado contigo y que sientes que reflejan bien esta filosofía colaborativa?

A lo largo de estos años, varias marcas nos han acompañado desde el inicio y siguen con nosotros. Por ejemplo, Mavic, que ofrece moda comfy y estilizada; Asimétrica, especializada en moda hindú; Caperucita, joyería delicada; Laval, con accesorios de lujo; Almas Gemelas, que produce velas aromáticas artesanales; Ahavah, una marca de moda sostenible; Alma Amatista, que convierte cuarzos en joyas; Romina Atelier, dedicada a la alta costura con broderie; Juaquil, moda creativa con piezas únicas; Twins, con moda chic y juvenil; y The Brand Gigi, conocida por sus tejidos originales. Cada una tiene su esencia, pero todas creen en la misma filosofía de crecimiento colaborativo. Son parte fundamental de nuestra historia y evolución.

Empezaste en Caminos del Inca ¿Cómo fue ese cierre inesperado y qué implicó para ti?

Estuvimos tres años en Caminos del Inca, pero la clausura repentina del centro comercial nos obligó a cerrar sin previo aviso. Fue una decisión difícil, ya que muchas marcas dependían de ese espacio. Aunque pensé en abandonar el proyecto y dedicarme a otra cosa, decidí apostar por algo nuevo. Les propuse a las marcas mudarnos a dos locales más pequeños y, para mi sorpresa, todas —menos una— aceptaron seguir adelante conmigo. Fue un momento de incertidumbre, pero también de mucha lealtad y confianza.

¿Cómo lograste abrir dos nuevas sedes en tan poco tiempo?

Tras el cierre de Caminos del Inca, abrimos dos sedes en menos de un mes. El dueño del local me presionaba para desalojar, así que tuve que actuar rápido. Encontré un nuevo espacio en el C.C. El Trigal en Surco y decidí probar un formato distinto: un showroom con atención previa cita en La Aurora, Miraflores. Ambos locales fueron implementados rápidamente con nuestros recursos disponibles, y en tiempo récord estábamos listas para relanzar Welcome to the Club con una propuesta renovada y más versátil.

¿Cuál es tu visión de largo plazo para Welcome to the Club? ¿Hasta dónde te gustaría llevarlo?

Hoy Welcome to the Club es mucho más que una tienda: es una plataforma flexible, adaptable y escalable. Elegí ese nombre en inglés para que pueda expandirse sin restricciones, no solo a diferentes rubros como moda, belleza, productos para bebés o cuidado personal, sino también a otros países. Me encantaría abrir tiendas para hombres, franquicias en distintas ciudades del país, e incluso explorar mercados internacionales. El modelo colaborativo, con acompañamiento estratégico, no es común en todos lados y creo que puede funcionar muy bien. Quiero que sea un espacio donde marcas con propósito crezcan juntas sin importar la categoría.

¿Qué viene próximamente en Welcome to the Club?

Tenemos varios planes emocionantes. El 30 de agosto realizaremos un evento especial en el showroom de Miraflores para celebrar la apertura de las dos nuevas sedes. Participarán Fiorella Rodríguez con Amistafit, y Fiorella Flores brindando asesoría de imagen personalizada. Habrá descuentos, bocaditos y buena música. Solo se necesita agendar cita a través de nuestras redes sociales. Más allá del evento, seguiremos fortaleciendo la comunidad, sumando nuevas marcas, ampliando servicios y consolidando nuestra presencia en el ecosistema emprendedor.

Finalmente, ¿qué mensaje le darías a quienes están empezando un emprendimiento como tú lo hiciste?

Les diría que no se rindan. Emprender no es fácil: requiere creer en uno mismo, tener resiliencia, cabeza fría y estar preparado para los altibajos. Si tú no crees en tu idea, nadie más lo hará. Es importante perseguir los sueños, pero también ser realista: alcanzar una meta no es el final, siempre hay que fijarse nuevas. Además, no recomiendo renunciar al trabajo fijo al inicio, ya que emprender golpea fuerte, sobre todo en lo económico. No todos los emprendimientos funcionan a la primera, y eso está bien. Lean, infórmense con libros o podcasts, pero eviten los discursos vacíos: el emprendimiento no es solo lo bonito que se ve en redes.